jueves, 19 de febrero de 2009

Farmacéutico: Una profesión lastrada.

El Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española, en su vigésima segunda edición, define el término "facultativo", entre otras acepciones, como "Especializado, técnico" o incluso "Dicho de una persona: Experta, entendida". Aplicando esta lógica al farmacéutico, puede decirse que es el facultativo del medicamento, o lo que es lo mismo, el técnico del medicamento, por méritos bastantes sobrados. Ahora bien, no hay ninguna otra profesión, con el lastre que posee esta, que no deja ascender a ningún profesional que se lo proponga. Todo empieza como ya he explicado en otra entrada* de este blog, en el año 1941, cuando en la dictadura de Franco se crea un monopolio a favor de aquellos que poseen una farmacia, la cual se llama establecimiento sanitario. Ya han pasado 68 años, pero el monopolio sigue su camino, creando desigualdades enormes. Pero el fondo de esta entrada, no es entrar en disquisiciones acerca de la injusticia creada por una dictadura y mantenida por la democracia, ya que de eso hablé en otra entrada*. El verdadero valor que quiero dar a este artículo, es el de la "pesadez", el "lastre", la "rémora", que tiene la profesión, gracias a la mayoría de los propietarios de una farmacia. Se hacen llamar farmacéuticos, pero a la hora de la verdad, lo único que les interesa son los estocajes de sus tiendas, comprarlos al mejor precio, y por lo tanto rentabilizarlos lo mejor posible. Ese es el dominio imperante en una atención farmacéutica que se realiza en la amplia mayoría de las farmacias. Se interesan por los metros que hay entre farmacia y farmacia, y entre estas y el centro sanitario más cercano, no vaya a ser que una esté más cerca que otra, y así perder parte de la "tarta". A eso lo llamo yo, ser un usurero mezquino. Pero esto no es lo más doloroso, lo peor, con diferencia, es el lastre que añaden a la profesión de los demás farmacéuticos que intentan desarrollarse como verdaderos profesionales sanitarios. Estos farmacéuticos al servicio de la sanidad pública, es decir, al servicio de la población, sin sesgos de facturaciones, rotaciones de estocajes,y otras actividades, es decir, sin otro ánimo que servir a la población de forma "DESINTERESADA". A estos farmacéuticos, les cae encima la inoperancia de los que están al frente de las farmacias. Mientras personal sanitario, como son los enfermeros, los cuales, consiguen legalmente la capacidad de recetar medicamentos, los farmacéuticos de la sanidad pública, se deben "raspar" la etiqueta creada por los mercaderes de medicamentos, que el único valor añadido que proponen a su negocio, es simplemente la ventaja monopolista que les protege. Habría que poner dos nombres diferenciados, el del facultativo farmacéutico,como persona que desarrolla estrategias conjuntas con los demás profesionales sanitarios destinadas a mejorar el estado de salud de la población a la que sirven, y farmacéutico "a secas", para aquellos que se lucran mediante la enfermedad del prójimo. Va a costar mucho quitarse de encima la etiqueta de vendedor, pero hay que seguir luchando, para por lo menos, dejar a los futuros farmacéuticos, una profesión facultativa de verdad.

Saludos cordiales.

*http://curiosidadesencomprimido.blogspot.com/2008/11/modelo-de-planificacin-espaol-de.html

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buenos dias,
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